Leiva y Rot: un brindis al rock

Texto y foto: Adriana Hernández (@adrihdezm)

No es fácil unir a músicos de épocas tan distintas en una misma sala, con un mismo público y que funcione. Esta vez sí lo hizo, aunque cada uno tuvo su momento. Ariel fue el primero y empezó puntual, demasiado quizá para un Madrid que es maleducado con los horarios y que sufre cuando llueve. Rot salió al escenario con camisa y chaqueta para dar una lección de rock maduro y clásico. Los acordes de Hoja de ruta empezaron a sonar. Parece que en su convulsa carrera le ha marcado un antes y un después su disco Lo siento Frank, su sexto en solitario, y al que dedicaría también canciones como “El mundo de ayer” y la que da nombre al álbum. Después, el argentino se nos puso tierno y tocó dos temas de En vivo mucho mejor recordándonos lo grande que ha llegado a ser con Tequila, Los Rodríguez y también en solitario, sonaban ya “Dos de corazones” y “Vicios caros”.

Le llegó el momento a los hits y a la locura. Con “Adiós Carnaval”, Ariel dejó atrás sus 52 años, se llenó de energía, puso caritas, morritos y levantó los ánimos de una sala todavía medio vacía. Sus grandes éxitos con Tequila “Rock and roll en la plaza del pueblo” y “Matrícula de honor” emocionaron a muchos de los presentes. El momento cómico lo marcó Rot cuando, acordándose del incidente que provocó Green Day hace unos días, avisó “a los de Guiness” que le dejaran un minuto más porque todavía le quedaban dos canciones por tocar. Las elegidas fueron “Me estás atrapando otra vez” y “Dulce condena”. El público treintaymuchosañero se dejaba la garganta y el batería perdió una baqueta de la euforia que le puso al fin de fiesta. Hasta el mismísimo Jaime Urrutia, que seguía el concierto desde arriba, movía los labios al son de la canción de Los Rodríguez. Y con el grito de esperanza -“no se rindan nunca”-, Rot se despidió de Madrid.

Los mayores dieron paso a los jóvenes y la sala se llenó a reventar de groupies preparadas para corear todo lo posible a su querido Leiva. En cambio, el exPereza se hizo esperar más de la cuenta por un lío de cables y conexiones que traía loco a varios de los técnicos. Solventado a medias el problema, el sitar empezó a sonar, el escenario se nubló y, al fin, salió la delgada figura de Leiva. Ataviado con camiseta blanca de Bowie, chaleco y sombrero de color negro y acompañado de su hermanísimo Juancho (Sidecars), empezaba la descarga de adrenalina. Tras su micrófono fetiche, lleno de pañuelos, arrancó “Nunca nadie”. Su guitarra iba y venía gracias a las ágiles piernas de su dueño que continuó con “Penaltis”, “Éxtasis” y “Todo lo que tu quieras”, que fueron de las letras más coreadas por el público femenino. Leiva y su gran familia de músicos tienen un rock directo y fresco en donde también hay cabida para unos magníficos saxo y trompeta.

“Diciembre” descansaba sólo por unos momentos y con un “cómo vas, cómo lo ves” su famosa “Animales” recordaba de donde viene este joven de 32 años. De su unión con Rubén Pozo, en Pereza, también llegaron “Como lo tienes tú”, “Superhermanas” y “Amelie”. Tras la tormenta llegó la calma con las letras de “Las cuentas”, “Miedo” (su nuevo single con videoclip recién salido del horno) y “Aunque sea un rato”. La noche continuó con un bonito recuerdo al gran Sabina, del que dijo Leiva, que le ha cedido su “Rubia platino”, -“esta canción te corresponde, yo ya he dejado de tocarla, es tuya"-. Y de detectives a policías, “Vis a Vis” fue una queja abierta a los detenidos por las manifestaciones de los pasados días -“maldito abuso de poder”-, se pudo escuchar de la boca del solista. El disco Diciembre seguía sonando con fuerza y electricidad, les llegó el turno a “Telediario”, “92” y la más que radiada “Eme”.

Llegados a este punto, la sed acuciaba y la Sra. Guinnes hizo su aparición, se celebraba el “Arthur Guinness Day” en la Sala But de Madrid de forma simultánea con otros 55 países de todo el mundo. Leiva llamó a Ariel y los dos brindaron y cerraron la noche con dos himnos característicos de estos grandes músicos: “Lady Madrid” y “Mucho mejor". ¡Larga vida al rock and roll!