Esta mañana he estado pensando, a veces me da por ahí, en ese niño loco que es Iván Ferreiro. He pensado que últimamente había pasado de sus conciertos, había ido a muchos seguidos, y esto, como (casi) todo lo que se repite con demasiada frecuencia, por mucho que te guste, pues eso, que empieza a cansar, más que cansar, digamos que la magia empieza a dejar paso a la rutina. Algo así como el Barca de este año, que aunque siga ganando y jugando bien, pues como que ya estamos acostumbrados, y si la magia no se convierte en milagro como que pierde interés la cosa. Con Ferreiro me pasaba igual, su último disco, sus últimos directos e incluso sus últimas colaboraciones estaban cayendo en la caótica rutina de mi subconsciente musical. Ese que me devora semanalmente las vísceras pidiéndome desesperadamente carne fresca. Así que había decidido saltarme sus canciones cuando sonaban en el Genius del iTunes, hacer oídos sordos a los anuncios de sus próximos conciertos (esta semana toca en los Teatros del Canal con su hermanísimo -¿¡36 pavos, nos estamos volviendo locos!?-), etc, etc. Pero chico, cuando un artista tiene esa capacidad de emocionar y llegarte hasta la médula que tiene Ferreiro, a veces es difícil resistirse a caer de nuevo, a "ilusionarte" again; y la magia ha renacido esta tarde de entre las cenizas al escuchar en radio 3 el directo de este tema perdido en el Inerte de los Piratas. Pura magia. Sin trucos.
los mejores
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